El hombre de la Montaña



El hombre de la montaña buscaba, pero para asombro de los pueblerinos, buscaba en lugares extraños.
Buscaba, en los rostros de los lugareños, buscaba en sus bolsillos, buscaba en las alcobas, en los armarios, abajo de la cama.

Una tarde, bajó con una pala, la gente lo miraba, no entendían lo que con mucha pasión hacía.

Comenzó a cavar alrededor de un árbol. Caía el sol suavemente detrás de la montaña y el hombre seguía cavando. El cielo se tornó de fucsias, rojizos y violáceos tonos, hasta que comenzaron a brillar las primeras estrellas, el hombre, seguía cavando.

El canto del primer gallo se escuchaba a lo lejos, cuando un niño, se asomó por la ventana de su cuarto. Observó, que el hombre estaba dentro del pozo, tirando tierra con la misma energía del primer momento.
Corrió al cuarto de sus padres. Su madre estaba despierta preocupada por la misma situación, al verla le pregunta:

- Mami, que hace este hombre toda la noche cavando, después de haber revisado a todo el pueblo en busca de no sé qué? – ella lo mira con una dulce expresión en su rostro y contesta.

- Hijo mío, ese hombre, hace mucho tiempo vivió en este pueblo…, tuvo una vida a veces feliz, a veces triste.., con pérdidas, separaciones y muerte. Un día, cuando ya no aguantaba más, enterró su pasado y se fue a vivir a la montaña.

- cómo hizo mami, para enterrar su pasado?

- no lo sé hijo mío…, no lo sé…, fue lo que se dijo en el pueblo. Otro día, este buen hombre se enamoró de una bella y dulce mujer, ellos se conocieron, se amaban mucho, pero su pasado no le permitía avanzar. Su pasado, no le permitía seguir adelante, porque lo había enterrado tan pero tan profundo que ni el recordaba porque hacía lo que hacía, ni porque actuaba como actuaba, y tampoco, recordaba porque en ocasiones se sentía tan paralizado sin poder tomar decisiones, sin encontrarle un norte a su vida.
Entonces, llegó un día que ella decidió partir, con suave y dulce voz, le dijo que lo amaba con toda su alma, pero no podía seguir viviendo con una persona, que había enterrado su pasado sin permitirse aprender, y que si ella seguía viviendo a su lado, las historias anteriores que el enterró se iban a repetir hasta que las lograra aceptar, perdonar, perdonarse y liberarlas con amor, para formar una vida nueva llena de felicidad y armonía. Cuando le dijo esto, el hombre entró en desesperación, no quería perderla, no quería que se fuera, pero tampoco lastimarla. Comenzó a buscar por todos lados, como un loco, y hacía pozos por toda la ciudad. Todos los 13 de enero, este hombre baja de la montaña y comienza a cavar, toda la noche, a la espera de encontrar su pasado, hasta ahora, ha sido en vano.
Cuando sucede esto, todo el pueblo se consterna, no saben qué hacer, simplemente dejan que descargué su pasión.
- Mami, es muy triste todo lo que cuentas, no puedo quedarme aquí sentado, mirando como cava desesperadamente sin encontrar lo que quiere.

- Y qué puedes hacer tú? – le dijo (intentaba contener las lágrimas que querían salir de sus ojos)

- No sé si puedo hacer algo mami, sentarme y estar a su lado, quizá sea suficiente.

- Hijo, has lo que sientas.

El niño bajo las escaleras lentamente, dudando de lo que iba a hacer, pero con la imperiosa necesidad de salir a ayudarlo, sin saber cómo.
Se puso sus pantalones, sus botas y su abrigo, tomó una vela, la encendió diciendo unas palabras entre dientes mirando hacia arriba y salió.

Se sentó muy cerca del árbol, con la velita encendida en su pequeña mano. El hombre estaba en el pozo y no lo veía. Inesperadamente comenzaron a llegar otras personas con una vela encendida, hasta que gran parte de la población estaba sentada en círculo y en silencio con su luz… comenzaron a rezar.
TE AMO, LO SIENTO, PERDÓNAME, GRACIAS
TE AMO, LO SIENTO, PERDÓNAME, GRACIAS
TE AMO, LO SIENTO, PERDÓNAME, GRACIAS
El hombre estaba muy profundo ya, en ese pozo. Comenzó a sentir esas palabras, quedó estremecido por su vibración, aunque no distinguía bien que decían, vio luz, mucha luz, cayó pasmado contra un hueco que se había formado, escuchando, observando la luz, su corazón latía muy fuerte, sentía una intensa energía en todo su cuerpo, comenzó a distinguir la palabra GRACIAS, su rostro se iluminó e intentaba volver a identificarla GRACIAS, hasta que la escuchó con más claridad, sintió en lo más profundo de su corazón de quién y de donde venían, y respondió: GRACIAS, luego distinguió LO SIENTO, a lo que respondió: LO SIENTO, PERDÓNAME, PERDÓNAME, TE AMO, dijo: “gracias, es lo que estaba esperando todos estos años”- quedó dormido.

Cuando despertó, todo el pueblo había regresado a sus tareas cotidianas, el hombre de la montaña, salió del pozo con una sonrisa en su rostro, el niño seguía allí sentado, con su velita extinguida.

- qué haces niño, aquí solo? te ves cansado.
- quise acompañarlo señor.


- acompañarme?, por qué?

- sentí, que si todos, poníamos un poquito de luz para usted, iba a encontrar su respuesta.


-gracias niño, gracias, gracias, gracias. Fuiste mi ángel esta noche, el que me dio luz para ver en mi oscuridad.

@elpendulodenoel

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